TARDA TODO EL TIEMPO QUE DESEES QUE TE ESPERO

 ¿Cómo empezar a escribir sobre ti si aún no estás conmigo? 




El romance y el amor ha sido el tópico más consumido en la industria de la moda, el cine y me arriesgaría a decir que en básicamente TODO. Pero lo complejo es saber cuando es realmente amor, cuando es realmente la persona indica y no la idea errónea de un cuento Disney que nos plantaron en el cerebro desde pequeños. ¿Qué si aún creo en los príncipes? Por supuesto. ¿Qué espero que me salven? Claramente no. Pero mientras pienso en ti y en  tu compañía, sé que fuiste escrito por las mejores novelas, aquellas de Jane Austen en donde el Conde corré a galope por su amor eterno. En donde yo soy la protagonista y tu mi fiel caballero. 


Te veo en mis sueños aunque no los recuerdo bien al despertar. Siento mi corazón latiendo fuertemente cada que llegas a casa y la paz de tu pecho mientras nos acurrucamos en la cama. Veo tu bondad y la forma en la que tratas a la gente, amo tu carisma y esa manera de quererme con la que nadie la ha hecho. Eres aquello que llena de amor con tan solo una caricia. 


Y aunque te siento tan real,  me golpeo fuerte con la realidad de que aún no estas aquí. Y me duele pensar que quizás nunca llegues, que te pierdas en el camino o que el mío se tropiece con una piedra. De esas que aunque te la sacas, sigue lastimando. Me abruma el hecho de quizás nunca conocerte pero te pienso cada noche antes de dormir y despierto con una leve esperanza de que sea el día correcto en el que te encuentre.  


Me siento incluso un poco ingenua en este mundo de personas que desesperadamente van buscando amor como pedir un café por la mañana y ni siquiera saben cómo hacerlo. Me siento incluso dentro de un sueño en donde espero que llegues y que cuando mire tus ojos sepa que he llegado a mi lugar seguro.


Y mientras todo esto pase, yo te espero. Te espero el tiempo que desees porque estoy cansada de intentar dar amor a quiénes no lo quieren, a quienes claramente no me quieren. Estoy cansada de sentir ese apretón en el pecho, y saber que una vez más me equivoqué. Pero hasta este encuentro, yo te espero.  

LA PRIMERA ETAPA DE VIVIR SOLO

Cómo cualquier otro día, el sol calentaba las calles como en un horno, las palmeras se agitaban con el sutil viento que corría en las mañanas, estaba viviendo otra realidad. Ya las paredes no eran frías, ni las cuatro sábanas cubrían mi cuerpo. Los sueños muchas veces implican sacrificios y en esta nueva etapa hice uno que jamás imaginé. En este pequeño capítulo de vida llamado 'reconstruyendo pedazos' narro una de las etapas más increíbles, duras y llenas de sentimientos en mi vida. A ti, lector, te invito a formar parte de esto, en donde quizás tu y yo podamos aprender juntos aquellas cosas que no te lo dicen hasta que realmente lo vives.

Así que aquí comienza. Ser periodista siempre me resultó tan fácil pues había sido mi sueño durante toda mi vida. En el momento más duro y triste de mis años (siendo consciente que no sería la primera ni la última), intenté huir, intenté escapar de mi propio sufrimiento y me encontré sola, llena de vacíos y parches, parches que yo misma me había encargado de "reparar". Así fue como comenzó esta travesía. 

Inspirada en mi madre; mujer luchadora, llena de vida y talento. En busca de mi lugar, emprendí un viaje a una nueva ciudad, una nueva vida. Mi profesión me permitió encontrar una vacante, la cual rápidamente fue respondida e incluso todo eso fue un misterio, lo había logrado, una nueva oportunidad para comenzar.

Pero la vida parece que nos juega algunas malas pasadas, cómo avisándonos de que no todo puede estar bien o ser muy bueno. Con mucha felicidad y sintiendo mi corazón como una pequeña al recibir un regalo por primera vez, comencé en lo que sería otro bache en el camino. 

Cuando comenzamos en el mundo laboral, existen dos tipos de personas adultas con experiencia que si bien nos ayudan, otras intentan hundirnos, para mi buena o mala suerte había encontrado ambas, en el mismo trabajo y quizás en la misma persona. No fue meses después de sentir un agotamiento en mi cuerpo y mente que las 12 horas de trabajo empezaron a pesar. No conforme con ello, la persona en quien rápidamente confíe (error mío) jugó en mi contra. Un adulto con cerca de 40 años, quiso hacerme daño. Y no del daño que quizás físico pueda recomponerse, del daño mental y psicológico que te quitan las ganas de vivir y de seguir. 

Embarcada en esa nueva ruta que la vida me había puesto por navegar, me encontré sola, sin amigos y con mi familia a 7 horas de distancia, que quizás no representan mucho pero en mi país y según la vida de mi familia, era imposible un encuentro. Ahora el dilema era luchar contra el acoso que estaba a punto de recibir. La rabia, el enojo y la frustración era mi día a día, no tenía ganas ya de seguir en donde estaba trabajando. Jamás me sentí tan humillada al saber que un hombre adulto inventada chismes sobre mi e intentaba manchar mi imagen solo por envidia, pero sí, existen personas así. 

Luego de un tiempo y varias amenazas logré salir de allí, aún recuerdo el día en que con el dolor del alma tuve que poner mi carta de renuncia y despedirme de algo que tanto anhelaba, salir hacer reportajes, contar historias y conocer gente pero la vida me pintó nuevas rutas. Aquel día, lloré tanto y aún no entiendo si fue de felicidad o tristeza pero lo que sí sé es que aquel dolor me hizo seguir con vida y mucho más fuerte.


 




CARTA A MAMÁ

 

 

 


Qué rápido pasan los años cuando subes al segundo piso, eso me decía mi hermana cuando apenas cumplía 15. Hoy, estoy cerca de los 25 y aunque no signifique mucho, ya no somos los mismos. 

 

 En el camino, vamos perdiendo muchas cosas, tanto buenas como malas. Pero reflexionando eso, pensé en ti. A tus 24 vivías otra etapa en tu vida, una llena de quejidos, malas noches, llantos y los "mamá tengo hambre". Eras una mujer de casa, con esposo, trabajo y una vivienda, mejor dicho, una familia. A mis 24, no tengo nada de ello y no me asusta pero mamá, hoy te entiendo. 

 

 A tus 24 priorizabas lavar ropa los fines de semana porque los bebés necesitaban ropa limpia para vestir. A mis 24 muchas veces olvido si mi ropa estuvo limpia o cuanto tiempo más tardará en poder ser 'reusada' para otro fin de semana.

 

A tus 24 pensabas en deudas, ollas y ver qué faltaba en el hogar. A mis 24 intento aprovechar cursos sobre marketing, publicidad y todo aquello que mantenga mi mente en la comunicación, además de verificar que tenga el outfit de temporada y esté a la moda. Pese a ello, caí en cuenta que ambas coleccionamos, aunque no sea lo mismo.

 

A tus 24 pasaste por pérdidas muy grandes que incluso ahora sé que te desgarraron. A mis 24 años tu eres mi mayor soporte y no sabría como lidiar con tu perdida.

 

 ¿Porque te menciono todo esto?

 

Por qué mamá, hoy te entiendo.

 

 Y entiendo que necesitas paz, necesitas tranquilidad y que fuiste la misma adolescente que yo, la misma mujer intentando hacer el mejor papel en tu vida. Que no sabías cómo sería el camino junto a tus hijos pero te arriesgaste por amor. Entiendo que tuviste miedo, que muchas veces quisiste tirar la toalla e incluso lo hiciste pero te levantaste y seguiste. Entiendo que la vida te sacudió y ese proceso aún me espera. Entiendo que ahora me toca a mi, me toca vivir lo que viviste, me toca experimentar, pero sobre todo, me toca protegerte. 

 

Y aunque el camino no ha sido fácil, quiero decirte, mamá, lo lograste.